lunes, 19 de abril de 2010

Vino perfecto



Escoger el vino adecuado para cada comida puede resultar complicado y más cuando se tiende a desmitificar el dicho de que el vino tinto con carne y el blanco con pescado. Se trata de una cuestión de gusto. No obstante, si se van a compartir varios vinos en una comida conviene saber que en primer lugar, se debe beber el vino blanco, después el rosado y por último el tinto para que unos no anulen a los siguientes.

Según el tipo de comida que se sirva, nos puede orientar la siguiente clasificación:

Blancos secos: Pescados o fritos (calamares o gambas). También para un primero caldoso como sopas o consomé. Arroces.

Blanco semiseco: Platos fríos como la ternera fría, el foie-gras o el jamón en dulce... Postres fríos.

Rosados: Entremeses, embutidos, sardinas, bonito, carnes suaves o blancas.

Tinto Joven: huevos fritos, al plato o escalfados, revueltos o cocidos. Quesos tiernos y cremosos. Tinto crianza: Con carne (vaca, cerdo, ternera...)

Tintos de reserva y gran reserva: Carne roja o de caza.

Cada vino requiere una temperatura concreta. Como norma general, los vinos blancos, los rosados y los cavas no deben enfriarse nunca en el congelador sino en una nevera o cubitera de hielo. Los tintos, en caso de estar fríos, deben calentarse con las palmas de las manos alrededor de la copa.

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